NUESTRA CASA: EL PLANETA TIERRA
LA MACETITA DE FLORES BLANCAS
Por: Profra: Ma. Teresa Trejo V.
Cuidemos
nuestro planeta tierra, se escuchó una vocecita en el salón de clase que salió
de uno de los alumnos de mi pequeño grupo de 4° año de aquella escuela donde
laboraba.
Primero
fue esa vocecita y ahora todos los niños se unían al compañero y también
dijeron lo mismo; es bueno cuidar las plantas, los animales, el agua, etc. Pero
para eso, dije: debemos empezar con acciones, porque no se puede quedar en las
palabras. Llegamos al acuerdo de que traeríamos de nuestras casas macetitas,
las cuales cuidaríamos a lo largo del año escolar; regándolas, cortándoles sus
hojitas secas; en fin, las cuidaríamos como se cuida a una mascota.
Pasaron
varias semanas, en las cuales tenía que recordarles a los niños que regaran su
plantita y que la pusieran en un lugar donde le diera el sol y después volverla
al salón en el lugar que elegimos.
Llegaron
las vacaciones de diciembre, ¡uf! por fin a descansar y aprovechar para disfrutar
de las fiestas decembrinas. El día que nos despedimos les sugerí que se
llevaran su macetita para que la cuidaran; así lo hicieron pero al termino de
las vacaciones y al volver a clases, ¡sorpresa! A todos se les había olvidado
llevar su macetita nuevamente a la escuela, solo una niña la había llevado,
felicitándola y animándola a que siguiera cuidando la plantita continuamos
nuestras clases.
Al paso de los días me fui percatando de que las macetitas no volverían a la escuela, yo por más que les insistía no las llevaban; por lo tanto me vi en la necesidad de llevar de mi casa a la escuela macetitas para darlas a los niños en adopción; las recibieron con alegría, algunos desde ese día ya recordaban que tenían que llevarla a regar, otras veces les tenía que recordar.
Pero
una niña entre mis seis alumnos empezó a tomarle cariño a su plantita; la
cuidaba con esmero. Por fin llegó la primavera; y un buen día la macetita
apareció llena de flores blancas en forma de campanitas. Todos los niños se
asombraron y la niña la miraba llena de satisfacción. Me fue muy grato como
profesora haber logrado que en esa chiquilla se despertara el amor por las
plantas.
Los
meses pasaron cuando llegó el fin del año escolar, ella no se olvidó de su
plantita, se despidió dándome un abrazo igual que los demás niños, pero la
diferencia es que llevaba en sus manos su macetita de flores blancas en forma
de campanitas yo la vi irse y tuve la sensación de que el gusto por las plantas
iba a permanecer por siempre en ella. ¿y los demás niños? Me pregunté, ¿sería
inútil la lección? Seguro que no, me respondí en el acto; pero estoy segura que con el tiempo lo
recordarán y serán un semillero de seis niños que irán plantando y cuidando la
vegetación de nuestro planeta tierra en su camino.
Pasaron las vacaciones de verano; y un año escolar más comienza abriendo
las puertas de la escuela para el inicio de clases. Nuevamente volví a ver a la
niña que se había encariñado con su macetita de flores blancas; nos saludamos y
le pregunté cómo estaba su macetita, me vio y me dijo apenada, se murió, se
murió... bueno ni modo ya plantarás otra le dije. Ella corrió a integrarse con
su grupo de amigas, era el recreo y era hora de divertirse.
Me quedé pensando en este asunto aparentemente tan insignificante,
tan pequeño, tan poca cosa; alguien me hubiera podido decir: no te preocupes tú
ya cumpliste con tu labor en el año escolar. Sin embargo, como profesora medito
estas cuestiones y comprendo que hay mucho por hacer; pero no en forma aislada
o individual, sino en equipo.
La lección del año escolar fue buena, pero no
basta para formar a un niño con buenos hábitos de responsabilidad y amor al medio ambiente.
Se necesita que padres de familia y profesores tomemos conciencia del daño que
nos estamos haciendo; ya que al perjudicar nuestro medio ambiente, nos
afectamos todos. Tenemos que ser formadores de nuevas generaciones con un
sentido alto de unidad con su entorno natural.
Al salir de la escuela camino a casa me fui meditando en todo
esto... Y pensé, es necesario realizar un proyecto tendiente a la formación del
niño en el que se incluya el amor a nuestro entorno natural, que sea desde el preescolar
hasta la primaria; porque considero que son las bases y la plataforma donde se
forjan los valores, los buenos hábitos que van a acompañar al niño a lo largo
de toda su vida.
Pensé en estas acciones para reforzar un nuevo estado de
conciencia ambiental. ¿Por qué no? Que adopten todos una macetita desde el
preescolar y cuiden su crecimiento durante los próximos años por el tiempo que
duré su estancia académica. Además, como estímulo al finalizar cada año escolar
se podría dar un diploma de reconocimiento al niño que haya cuidado mejor
su plantita. Otras acciones que se podrían realizar, sería plantar arbolitos
junto con los padres de familia y profesores en lugares cercanos y accesibles
para tal fin.
Recordé los manuales para el cultivo de hortalizas en maceta que
en alguna ocasión me dieron en la Unidad Deportiva de mi localidad. ¡Buena
idea! Que los niños hagan su huerto de hortalizas en macetas.
Los niños le dieron una alegre acogida a la invitación. Seguro que
se divertirán y al mismo tiempo sentirán la satisfacción de beneficiar a
nuestro PLANETA AZUL realizando obras positivas en beneficio de todos los seres
vivos.
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