NUESTRA CASA: EL PLANETA TIERRA

16:45 Proyecto GM México 0 Comments


LA MACETITA DE FLORES BLANCAS

Por: Profra: Ma. Teresa Trejo V.


Cuidemos nuestro planeta tierra, se escuchó una vocecita en el salón de clase que salió de uno de los alumnos de mi pequeño grupo de 4° año de aquella escuela donde laboraba.










 
Primero fue esa vocecita y ahora todos los niños se unían al compañero y también dijeron lo mismo; es bueno cuidar las plantas, los animales, el agua, etc. Pero para eso, dije: debemos empezar con acciones, porque no se puede quedar en las palabras. Llegamos al acuerdo de que traeríamos de nuestras casas macetitas, las cuales cuidaríamos a lo largo del año escolar; regándolas, cortándoles sus hojitas secas; en fin, las cuidaríamos como se cuida a una mascota.

Pasaron varias semanas, en las cuales tenía que recordarles a los niños que regaran su plantita y que la pusieran en un lugar donde le diera el sol y después volverla al salón en el lugar que elegimos.

Llegaron las vacaciones de diciembre, ¡uf! por fin a descansar y aprovechar para disfrutar de las fiestas decembrinas. El día que nos despedimos les sugerí que se llevaran su macetita para que la cuidaran; así lo hicieron pero al termino de las vacaciones y al volver a clases, ¡sorpresa! A todos se les había olvidado llevar su macetita nuevamente a la escuela, solo una niña la había llevado, felicitándola y animándola a que siguiera cuidando la plantita continuamos nuestras clases. 

Al paso de los días me fui percatando de que las macetitas no volverían a la escuela, yo por más que les insistía no las llevaban; por lo tanto me vi en la necesidad de llevar de mi casa a la escuela macetitas para darlas a los niños en adopción; las recibieron con alegría, algunos desde ese día ya recordaban que tenían que llevarla a regar, otras veces les tenía que recordar. 


Pero una niña entre mis seis alumnos empezó a tomarle cariño a su plantita; la cuidaba con esmero. Por fin llegó la primavera; y un buen día la macetita apareció llena de flores blancas en forma de campanitas. Todos los niños se asombraron y la niña la miraba llena de satisfacción. Me fue muy grato como profesora haber logrado que en esa chiquilla se despertara el amor por las plantas.

Los meses pasaron cuando llegó el fin del año escolar, ella no se olvidó de su plantita, se despidió dándome un abrazo igual que los demás niños, pero la diferencia es que llevaba en sus manos su macetita de flores blancas en forma de campanitas yo la vi irse y tuve la sensación de que el gusto por las plantas iba a permanecer por siempre en ella. ¿y los demás niños? Me pregunté, ¿sería inútil la lección? Seguro que no, me respondí en el acto; pero estoy segura que con el tiempo lo recordarán y serán un semillero de seis niños que irán plantando y cuidando la vegetación de nuestro planeta tierra en su camino.





Pasaron las vacaciones de verano; y un año escolar más comienza abriendo las puertas de la escuela para el inicio de clases. Nuevamente volví a ver a la niña que se había encariñado con su macetita de flores blancas; nos saludamos y le pregunté cómo estaba su macetita, me vio y me dijo apenada, se murió, se murió... bueno ni modo ya plantarás otra le dije. Ella corrió a integrarse con su grupo de amigas, era el recreo y era hora de divertirse.
Me quedé pensando en este asunto aparentemente tan insignificante, tan pequeño, tan poca cosa; alguien me hubiera podido decir: no te preocupes tú ya cumpliste con tu labor en el año escolar. Sin embargo, como profesora medito estas cuestiones y comprendo que hay mucho por hacer; pero no en forma aislada o individual, sino en equipo. 
La lección del año escolar fue buena, pero no basta para formar a un niño con buenos hábitos de responsabilidad y amor al medio ambiente. 
Se necesita que padres de familia y profesores tomemos conciencia del daño que nos estamos haciendo; ya que al perjudicar nuestro medio ambiente, nos afectamos todos. Tenemos que ser formadores de nuevas generaciones con un sentido alto de unidad con su entorno natural.

Al salir de la escuela camino a casa me fui meditando en todo esto... Y pensé, es necesario realizar un proyecto tendiente a la formación del niño en el que se incluya el amor a nuestro entorno natural, que sea desde el preescolar hasta la primaria; porque considero que son las bases y la plataforma donde se forjan los valores, los buenos hábitos que van a acompañar al niño a lo largo de toda su vida.
Pensé en estas acciones para reforzar un nuevo estado de conciencia ambiental. ¿Por qué no? Que adopten todos una macetita desde el preescolar y cuiden su crecimiento durante los próximos años por el tiempo que duré su estancia académica. Además, como estímulo al finalizar cada año escolar se podría dar un diploma de reconocimiento al niño que haya cuidado mejor su plantita. Otras acciones que se podrían realizar, sería plantar arbolitos junto con los padres de familia y profesores en lugares cercanos y accesibles para tal fin.
Recordé los manuales para el cultivo de hortalizas en maceta que en alguna ocasión me dieron en la Unidad Deportiva de mi localidad. ¡Buena idea! Que los niños hagan su huerto de hortalizas en macetas.
Pasaron los dos primeros meses de clase; y un buen día llegó a la escuela una invitación precisamente para realizar una actividad ecológica con los niños. ¡Los invitaron a plantar árboles! qué maravilla el saber que existe gente que cada vez más se interesa en hacer este tipo de eventos.
Los niños le dieron una alegre acogida a la invitación. Seguro que se divertirán y al mismo tiempo sentirán la satisfacción de beneficiar a nuestro PLANETA AZUL realizando obras positivas en beneficio de todos los seres vivos.



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